(Este post fue escrito el 7 de abril, 2011)
Este 10 de abril los peruanos nos acercaremos una vez más a las urnas para elegir al Presidente de la República, Congresistas de la República y Representantes peruanos ante el Parlamento Andino. Más allá de los resultados que nos deparen, es imperante que los peruanos escuchemos, esta vez, el mensaje que ya se nos dio en el 2006: un crecimiento económico sin inclusión social es insostenible.
En la encuesta de Ipsos-Apoyo del 16 de enero de 2011 se mostraba a Ollanta Humala con un 10% de preferencia electoral. En esos tiempos, que hoy parecen tan lejanos, Alejandro Toledo alcanzaba 27%, Keiko Fujimori 22%, Luis Castañeda 19% y Pedro Pablo Kuczynski 5%. En la última encuesta de Ipsos-Apoyo, publicada el domingo 3 de abril, se ve a Ollanta Humala liderando la misma con un 26%, y a los demás candidatos luchando por el segundo lugar.
El ascenso de Ollanta Humala en las preferencias electorales deja una verdad poco discutible: al menos uno de cada 4 peruanos siente que el crecimiento económico de los últimos 10 años no ha tenido o no tiene un efecto positivo en su economía familiar, o que no ha tenido un efecto positivo en el país. Este es un mensaje que recibimos en las elecciones del 2006, pero que la clase política liderada por Alan García no escuchó, o escuchó e hizo poco o nada al respecto. Hoy en día tenemos a nuestro Perú liderando América Latina en crecimiento económico, pero ubicado por debajo del promedio de la región en cuanto a mejora de indicadores sociales, entre otras realidad muy preocupantes.
Más allá del resultado final de estas elecciones, hoy de pronóstico muy reservado, sobre todo en la 2da vuelta, sería un error garrafal de todos y cada uno de los peruanos obviar esta realidad y volver a cometer el mismo error del 2006. Y es que un crecimiento económico que no se traduce en desarrollo económico (léase inclusión social y mejora de indicadores sociales) se convierte en uno de los principales motores, junto con la corrupción y el narcotráfico (que potencian y son potenciados por la falta de inclusión social), de debilitamiento de la democracia peruana. Es importante convencernos de que esta situación es insostenible: el Perú corre el riesgo de entrar en un camino que lo llevaría a convertirse en un estado fallido, y eso es algo que todos los peruanos (izquierdistas, derechistas, conservadores, liberales, nacionalistas, apristas, etc) queremos evitar.
En las últimas semanas hemos visto cómo algunos miembros de la clase política y un número importante de ciudadanos comunes y corrientes califican un voto por Ollanta Humala como un voto ignorante, desinformado, bruto, ocioso, y un sinnúmero de adjetivos muy ofensivos que no sólo son el primer síntoma de que, una vez más, los peruanos no estamos escuchando el mensaje que se nos dio en el 2006, sino que sobre-simplifica un tema por demás complejo. Si de algo sirve, la última encuesta de Ipsos-Apoyo también señala que aunque Ollanta Humala alcanza un 33% y 31% en los sectores socioeconómicos D y E, también alcanza un 15% en el sector B (tercer lugar) y un 21% en el sector C (obteniendo el 1er lugar de entre todos los candidatos).
Escuchemos.
RoD
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