Desde hace varias semanas se viene poniendo en práctica en el Perú una campaña de miedo. El principal objetivo de esta campaña es asustar a los electores para que no voten por Ollanta Humala. Esta campaña comenzó, solamente, una vez que OH empezó a subir en las encuestas 3 semanas antes de la 1ra vuelta, pues hasta entonces el consenso en la prensa y entre los candidatos que no lideraban (Fujimori, Castañeda y Kuczynski) era que OH se había moderado. Desde mi punto de vista, la idea era que OH le quitara un poco de votos a Toledo (por ese entonces ubicado en primer lugar) gracias al perfil anti-García que los dos ostentaban. Quedaba claro que, para la prensa controlada por la derecha, Toledo no era tan malo, pero los otros 3 eran más cómodos. La estrategia falló porque una vez que OH se convirtió en un candidato viable (ya no un voto perdido), empezó a subir como la espuma hasta llegar al 31.7% que obtuvo en la 1ra vuelta.
Es cuando ya presenciábamos el ascenso de OH que, para la misma prensa de derecha, este candidato volvió a ser el anti-sistema, el radical, el comunista, el chavista, el bolivariano, etc. Hasta ahora, la campaña de miedo se ha basado en 3 pilares: 1) decir que un eventual gobierno de OH sería muy similar al de Hugo Chávez en Venezuela o Cristina Fernández en Argentina, 2) tergiversar o mentir sobre el plan de gobierno de Gana Perú en temas muy sensibles como el de los ahorros depositados en las AFPs, sobre el cual escribí aquí, y 3) mostrar a Keiko Fujimori como una versión de “fujimorismo soft” (Aldo Mariátegui dixit) que no haría un gobierno para nada similar al de su padre, por lo que es una opción segura o tranquila, a pesar de que esta candidata fujimorista cuenta con la misma gente envuelta en escándalos de corrupción y que defendió las políticas de violaciones de DDHH del régimen fujimorista, dice que continuará la obra de su padre, etc.
Las campañas de miedo son utilizadas frecuentemente en las campañas electorales. En las elecciones estadounidenses del 2008 el partido republicano aplicó una campaña de miedo en contra del candidato demócrata y ahora presidente, Barack Obama. Esta campaña se sostuvo en 3 pilares centrales: 1) decir que Obama era un socialista-comunista, 2) decir que Obama era un musulmán, y 3) tergiversar su plan de gobierno para asustar a los votantes; por ejemplo, decir que la propuesta electoral de una opción pública en materia de seguro de salud implicaba la creación de “paneles de la muerte”, un grupo de burócratas gubernamentales que decidirían si una persona debería seguir viviendo o no en caso esté con soporte vital.
Está de más decir que estas 3 afirmaciones eran y son mentira. Sin embargo, es importante analizar porqué los republicanos decidieron utilizar estos temas. En el caso del primer pilar, queda claro que los republicanos usaron este sentimiento anti-comunista generalizado en la sociedad estadounidense como consecuencia de la guerra fría. En el caso del segundo pilar, se quiso utilizar este sentimiento anti-musulmán (completamente injusto, por cierto) que existe en el pueblo estadounidense como consecuencia de los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001 y de las guerras que Estados Unidos ha librado y libra en países donde la religión musulmana tiene una presencia prominente. El tercer pilar requiere poca explicación, nadie puede estar a favor de que existan estos “paneles de la muerte”.
Esta estrategia del partido republicano sigue trayendo cola. No sólo tuvo cierto nivel de efectividad en los votantes (a pesar de que al final Barack Obama venció a John McCain en el 2008), sino que parte de la estrategia sigue siendo usada cuando se debaten temas nacionales. Para tener una idea clara de que estos temas se mantienen vigentes hoy en día (o en el momento de debate de alguna política nacional) basta con hacer una búsqueda en google. Este, este y este son algunos ejemplos interesantes.
No sabemos si es que esta estrategia de miedo va a surtir efecto en el Perú. Sabemos que no fue el caso de Estados Unidos y El Salvador en procesos electorales relativamente recientes. Una diferencia importante con la experiencia vivida en Estados Unidos es que en el Perú la mayor parte de la prensa es parte o está contribuyendo a esta campaña de miedo, y parece que esta situación va a empeorar considerando la decisión del grupo El Comercio de hacer aún más clara su posición anti-humalista y pro-fujimorista al despedir a dos periodistas de Canal N que, al menos, daban algo de cabida a la pluralidad en su trabajo, por no querer seguir una línea pro-fujimorista. IPYS se ha pronunciado al respecto. Este tipo de situaciones me hace recordar claramente a lo vivido durante la década de los 90s cuando casi la totalidad de medios de comunicación habían sido comprados por el régimen fujimorista, y la libertad de prensa era un ideal mas no una realidad. A decir verdad, este tipo de situaciones me hace dudar sobre si en el Perú de hoy existe libertad de prensa.
Volviendo al tema de la campaña de miedo, me parece importante resaltar el efecto nocivo de la misma en la campaña electoral. Tal y como fue el caso de la campaña estadounidense del 2008, la campaña de miedo aplicada en el Perú distrae a la población y evita que se discutan temas que sí deben ser discutidos en una campaña electoral. Por ejemplo, al centrar el debate en si Humala va a tomar o no los ahorros depositados en las AFPs para financiar el sistema público de pensiones (que queda claro que no es el caso), se deja de debatir los efectos del programa Pensión 65 en la economía nacional (capacidad de gasto y ahorro de los trabajadores, capacidad de gasto de los jubilados, derechos laborales, etc). Desde mi punto de vista, los efectos de pensión 65 serían positivos por, entre otras razones, lo vivido en otros países como Estados Unidos donde sistemas similares se han aplicado, pero reconozco que es un tema que debe ser debatido, a nivel nacional. O, por ejemplo, los efectos de la política laboral propuesta en el plan de gobierno de Fujimori, que considero nociva para el país. Estos temas pasan a un segundo plano, o simplemente son ignorados, y eso es algo preocupante.RoD
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