Friday, May 13, 2011

Fujimori hija, una amenaza a la democracia

Conversando con varios amigos sobre el análisis que cada uno hace para decidir su voto en la segunda vuelta que se nos viene, noto un argumento o un concepto constante: Humala pone en peligro todo lo avanzado en los últimos 10 años.  Ya he tratado de explicar las razones por las cuales Humala NO representa una amenaza al crecimiento económico, sino que es más bien Fujimori quien representa esta amenaza aquí.  En el post citado también explico por qué considero que Humala es el candidato que representa el salto de crecimiento económico a desarrollo económico sostenible para todos y el combate de la desigualdad, que es lo que necesita el Perú si queremos seguir progresando. 
Sin embargo, considero importante señalar que el progreso de los últimos 10 años no se ha dado sólo en materia económica, sino que se ha dado también en el fortalecimiento del sistema democrático peruano que, aunque continúa siendo débil, da algunas señales de vida.  Este progreso en el sistema democrático también está en juego en estas elecciones, y es una razón más por la que se vuelve necesario votar y apoyar la candidatura de Ollanta Humala, en desmedro de la candidatura que “representa lo más repulsivo del Perú” (J. Cotler, 12/05/11, Prensa Libre), la de Fujimori hija.
La situación en la que nos dejó Fujimori padre hace poco más de 10 años era un completo desastre: 1) no existía la separación de poderes, el poder judicial era usado sólo para encubrir los delitos cometidos por la dictadura y para perseguir a los adversarios políticos, y el congreso había sido comprado por la dictadura en la sala del SIN; 2) los medios de comunicación estaban al servicio de la dictadura, salvo uno que otro periódico como “La República” y “Liberación”; 3) la corrupción estatal llegaba a niveles inimaginables, y comenzaba desde arriba; 4) la sociedad civil era perseguida, ninguneada y amedrentada; 5) la protesta social era satanizada y  reprimida salvajemente (basta con ver los videos de la “Marcha de los 4 Suyos” y el tema del incendio del Banco de la Nación); 6) nos encontrábamos constantemente con aberraciones legales como “la interpretación auténtica de la constitución” que fue usada para que Fujimori padre se re-reelija, y la “ley de amnistía” que oficializaba la impunidad en los casos de violaciones de DDHH cometidos por Fujimori padre; 7) elecciones fraudulentas, etc.  Es decir, la democracia peruana no existía como tal, estábamos en dictadura.
 Hoy el Perú vive en una democracia débil, pero democracia al fin.  Es cierto, la mayoría de los medios de comunicación continúan apoyando el concepto de la dictadura fujimorista personificado en Fujimori hija, pero aunque sea nos encontramos con algunos periodistas que intentan, si quiera, guardar las formas y dar una tribuna a las fuerzas democráticas.  Además, con el desarrollo del internet y la comunidad bloguera peruana, no todas las mentiras y atrocidades periodísticas que vemos en estos días pasan piola.  También es cierto que la corrupción continúa rampante en el aparato estatal (la corrupción en el gobierno de Alan García sólo puede ser comparada con la del régimen fujimorista), pero aunque sea algunos de estos casos son denunciados por la prensa y siguen su curso en el poder judicial (ver caso de los petroaudios, por el cual mucha más gente que Rómulo León debería estar en la cárcel, y la anulación del indulto a Crousillat tras la presión de los medios y la sociedad civil).  Vemos un Congreso débil y deslegitimizado, pero por lo menos vemos algo de política no tan sucia en práctica dentro del mismo (sobre todo en comparación con los congresos de los 90s).  Tenemos probablemente la sociedad civil más fuerte de América Latina, que no está libre de mácula y también tiene sus propios intereses, pero que rara vez coinciden con los del gobierno de turno, creando cierto balance.  Y las elecciones, aunque nunca están libres de todo mal, son limpias en comparación con las aberraciones que teníamos en los 90s.
La candidatura de Fujimori hija pone todo este progreso en peligro.  Las razones son simples: 1) quedan aun muchos casos de corrupción (como por ejemplo el blindaje de Carlos Raffo entre los congresistas apristas y fujimoristas en este mandato) y de violaciones de DDHH (como el de las esterilizaciones forzadas) por resolverse, 2) Fujimori hija participó activamente del régimen de Fujimori padre como primera dama de la nación y ha defendido tal régimen calificándolo como “el mejor gobierno de la historia”, lo cual nos dice que buscaría imitarlo, 3) el equipo de Fujimori hija es muy similar al que rodeó a Fujimori padre durante su régimen, basta con ver a Marta Chávez (ardua defensora de la “Ley de Amnistía”), Luisa María Cuculiza (Ministra de la Mujer mientras se realizaban las esterilizaciones forzadas), Alejandro Aguinaga (Ministro de Salud mientras se realizaban las esterilizaciones forzadas), Jaime Yoshiyama (candidato a la alcaldía de Lima en 1995 por el partido oficialista), etc.  Pero por sobre todo el hecho de que esta campaña fujimorista es manejada desde la “prisión” donde se encuentra Fujimori padre.  Todos estos puntos entran en conflicto con el desarrollo democrático que ha vivido el Perú en los últimos 10 años.
En la vereda del frente tenemos un candidato que, desde mi punto de vista, no va a tomar medidas que debiliten la democracia peruana.  Sin embargo, entiendo que muchos puedan discrepar con esta noción.  De cualquier manera, la diferencia principal está en que Fujimori hija tendría un poder mediático mucho más fuerte que el de Ollanta Humala en caso gane la elección.  En otras palabras, las circunstancias en las que Ollanta Humala sería elegido (con la prensa y el poder económico en contra, y con un apoyo popular de alrededor del 50%) limitaría cualquier acción antidemocrática, mientras que en el caso de Fujimori hija habría muchas menos ataduras pues ella sí tendría el apoyo del poder económico y de la prensa peruana.  Julio Cotler explicó esta situación el día de ayer en Prensa Libre. 
Una razón más para optar por Ollanta Humala en esta elección.
RoD

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