Hace unas horas leí en un par de medios que Sergio Markarián ha decidido levantar el castigo a los tres jugadores de la selección nacional suspendidos hace unos meses tras salir a un casino luego del partido contra Panamá en Panamá. Con un poco de suerte, éste será el final de la novela y el morbo generado como consecuencia de este tema. Sin embargo, este incidente nos llama a reflexionar sobre un tema que me parece crucial discutir como sociedad: ¿qué es lo que se espera del comportamiento de los jugadores de fútbol nacionales cuando están con la selección nacional?
Durante los meses siguientes a la suspensión de Jefferson Farfán, Reimond Manco y John Galliquio, sentí, como todo peruano que es hincha de la selección aunque sea en parte, la frustración causada por el tema de la disciplina siendo un problema (de nuevo) de la selección. El tema del Golf los Incas, al que considero responsable de que Perú no haya podido pelear por un cupo para el mundial de Sudáfrica 2010, regresó a mi mente. Esta frustración creció aún más al ver cómo Reimond Manco de abría paso en el fútbol mexicano con pases sublimes (tuvo un buen comienzo, aunque hoy está sin club), Jefferson Farfán la empezaba a romper con el Schalke 04 de Alemania en la Liga de Campeones, y John Galliquio mantenía su solidez en el club de mis amores, Universitario de Deportes, al mismo tiempo que Carlos Zambrano y Alberto Rodríguez (otros defensas centrales de la selección) se lesionaban y su participación en la Copa América entraba en duda.
Ahora que es casi seguro que Jefferson Farfán regrese a la selección (los otros dos probablemente no estén a nivel de selección en este momento), es importante definir qué es lo que se espera de nuestros seleccionados. Para definir esto, deberíamos tener en cuenta dos puntos que considero importantes:
1) Para comenzar, cuando los jugadores nacionales son convocados a la selección están representando al Perú como nación. Esto parece evidente, pero es importante hacer la aclaración debido a que, ante la ley, tanto la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) como la Federación Peruana de Fútbol (FPF) son instituciones privadas (toda la controversia generada entre el Instituto Peruano del Deporte (IPD), el Congreso peruano y la FPF ha dejado eso en claro). Los seleccionados representan al Perú, principalmente, por todo lo que significa el fútbol para nuestro país. No es sólo un juego, no es sólo un deporte; es una expresión de nuestra cultura. Cuando la selección juega en las eliminatorias, el Perú se paraliza. Los peruanos que sufren de presión alta o problemas cardíacos tienen que tomar precauciones adicionales. Los planes familiares del día del partido giran en torno a la hora del partido. Y los jugadores nacionales saben esto.
2) Se sabe que el fútbol peruano está tratando de recuperarse de la debacle sufrida después de nuestra participación en el mundial de 1982 y del total abandono del deporte durante la década de los 90s. Estamos lidiando también con el impresentable Manuel Burga como presidente de la FPF. Esta recuperación requiere de la contribución de todos los agentes involucrados en este tema (congresistas, IPD, dirigentes, equipos de la liga peruana, comando técnico, jugadores e hinchada). En ese sentido, creo que es completamente razonable pedirles a los jugadores más de lo que se le pediría a jugadores de otras selecciones ya consolidadas.
Teniendo esto en cuenta considero que:
1) Es totalmente razonable esperar que los jugadores no realicen desarreglos en los días anteriores a partidos de fútbol. Estos desarreglos (principalmente el consumo de alcohol) tendrían un efecto negativo en el rendimiento deportivo, y esto el comando técnico lo sabe muy bien. Sin embargo, no considero que se les deba tener concentrados bajo 7 llaves tampoco (salvo las 24 horas previas al partido que mandan los cánones del fútbol). Como alguien que vive fuera de Perú, entiendo que cuando uno regresa a Lima (así sea por trabajo) es importante para uno ver a familiares y amigos. No hacer tal cosa sería contraproducente: un jugador que está en Lima y no puede ver a su familia se siente mal. Uno extraña tanto que estar tan cerca y no poder ver a sus seres queridos sería casi hiriente.
2) En los días siguientes a un partido de selección, creo que el comportamiento de los jugadores debe estar directamente ligado con el resultado obtenido. Sé que esta es una posición algo controversial, pero creo que debido a todo lo que se vive en el país cuando la selección gana, pierde o empata, los jugadores deben de mostrar solidaridad con lo que vive la afición. Si la selección gana, todos estamos felices. Pocas cosas me harían más feliz en ese momento que salir a un bar en Lima y encontrarme con los seleccionados. Si la selección pierde (o empata, en la mayor parte de los casos), la semana de muchos peruanos queda arruinada, las familias discuten, los amigos pelean sobre quién tuvo la culpa, a los jugadores se les dice que se cuidan las piernas, que no sudan la camiseta, que no tienen personalidad, y un largo etc. Teniendo esto en cuenta, sería 100% contraproducente que un futbolista nacional salga a divertirse luego de ese partido. El daño sicológico causado a los peruanos aumentaría exponencialmente, es como poner el dedo en la llaga.
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